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"Cuando el ánimo está cargado de todo lo que aprendimos a través de nuestros sentidos, la palabra también se carga de esas materias. ¡Y como vibra!"
José María Arguedas

domingo, 27 de febrero de 2011

Opinión libre: POLITICA Y REVOLUCION EN JOSE MARIA ARGUEDAS.


 Por Juan Contreras T.
CIPAL

Para Grace:  
el socialismo es el futuro.

La idea de múltiples patrias sobre un solo territorio cobra vigencia en el pensamiento de José María Arguedas a cien años de su nacimiento y desmenuza la tesis de la “utopía arcaica” que Vargas Llosa, desde una postura occidental y criolla, esgrimió pretendiendo negar el protagonismo político, social y cultural de los indígenas. Aquellos, los despreciados, los olvidados del viejo Estado criollo que los libertadores en 1821 se apuraron en edificar, temerosos de un nuevo rebrote que repitiera la Revolución tupacamarista de 1780.

Ubicado en el campo popular, Arguedas cuestiona lo criollo en la política y la literatura. No admite la visión de los de arriba, ni el ejercicio de su poder excluyente y premonitoriamente anuncia el ocaso de las viejas clases dominantes, se refiere a las oligarquías de antaño y al gamonalismo, a través de las acciones de masas, la más importante lucha de los trabajadores en nuestro país.

En la histórica carta que dirige a Hugo Blanco, entonces preso político en El Frontón por dirigir las luchas campesinas en La Convención – Cuzco, se describe la adhesión de Arguedas a la lucha social, al cambio político y social, cuando escribe:

“. . . Esos piojosos, diariamente flagelados, obligados a lamer tierra con sus lenguas, hombres despreciados por las mismas comunidades, esos, en la novela (se refiere a Los Ríos Profundos publicado en 1964) invaden la ciudad de Abancay sin temer a la metralla y a las balas, venciéndolas. Así obligan al gran predicador de la ciudad, al cura que los miraba como si fueran pulgas; venciendo a las balas, los siervos obligan al cura a que diga misa, a que cante en la iglesia; le imponen la fuerza”.

Recordemos que esta carta fue redactada en 1969. En 1963 el Ejército reprimió violentamente las luchas campesinas por la recuperación de tierras en el Cuzco y en 1965 fueron ejecutados extrajudicialmente los máximos cuadros guerrilleros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), entre ellos Luis de la Puente Uceda, Guillermo Lobaton y Máximo Velando.

Los odios y temores de la oligarquía pro-yanqui y el gamonalismo andino de aquella época, no fueron obstáculo para que Arguedas exponga públicamente su posición política en una época en que muchos intelectuales preferían la soledad del gabinete o la cátedra, ajeno a la pasión que produce la fe en un mundo mejor, la fe socialista del que escribía Mariátegui.

Arguedas asume el socialismo como concepción política, más no filosófica por su relación con el mundo andino. Sus estudios sobre antropología andina, su niñez al lado de los indios y humildes marcaron su orientación filosófica ajena al materialismo; pero ello no fue óbice para abrazar la causa socialista y su profundo amor por el Perú, su pasado, sus hombres y mujeres, su destino histórico.

En el discurso que Arguedas pronuncia al recibir el Premio Inca Garcilaso de la Vega en 1968 dice el autor de Los Ríos Profundos:

“. . . Fue leyendo a Mariátegui y después a Lenin que encontré un orden permanente en las cosas; la teoría socialista no solo dio un cauce a todo el provenir sino a lo que había en mí de energía, le dio un destino y lo cargo aun más de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo. ¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé, pero no mato en mí lo mágico. (. . .) fue la ideología socialista lo que dio dirección y permanencia, un claro destino a la energía que sentí desencadenarse durante la juventud”.

Mas adelante dirá:

“El otro principio fue el de considerar siempre el Perú como una fuente infinita para la creación. Perfeccionar los medios de entender este país infinito mediante el conocimiento de todo cuanto se descubre en otros mundos. No, no hay país más diverso, mas múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdimbres y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores”.

Para Arguedas la lucha de clases representa un componente inherente a la vida de los seres humanos, una realidad concreta que atraviesa los poros de la evolución humana, el motor de la historia. Y la revolución la hacen los de abajo, los desposeídos. Eso es evidente en la figura de Demetrio Rendon Willka el indio menospreciado racialmente en la escuela pública, convertido años después en obrero, conciente y rebelde frente al abuso.

La visión arguediana crea a Demetrio Rendon Willka como futuro conductor de la revolución socialista, la dirección del proyecto transformador del país, pese a quien le pese. He allí la razón política de la vigencia de la obra de Arguedas y la hipocresía de las clases dominantes por el autor de Los Ríos Profundos. En el fondo, como antes, los temores y los odios de los de arriba no se disimulan. Pero, como dice Cesar Lévano, García Pérez pasara, pero Arguedas quedara siempre en nuestra historia y su pensamiento seguirá inspirando la necesidad del cambio, la fe en el socialismo.

Mucha agua ha corrido bajo el puente tras el suicidio de Arguedas en 1969. El neoliberalismo y su religiosa adicción al mercado; la crisis de la izquierda peruana; la caída de los socialismos reales; la falacia del “fin de la historia”, etc. no han logrado desaparecer del Perú la fe en una sociedad cualitativamente superior, la esperanza de un Perú de Todas las Sangres.

Fuente Blog: http://juanpablo-contreras.blogspot.com/

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